En fin (¡Cómo me gusta este conector!), iba yo casi salticando por la vereda, cual Heidi en los alpes, balanceando la bolsa de mis zapatos nuevos cuando de repente el entusiasmo me jugó una mala pasada. En el revoleo de bolsa los músculos de la mano se relajaron y allá voló la bolsa con la caja de zapatos dentro, haciendo una parábola que terminaría dos punto cinco metros delante mío. La bolsa cayó, obviamente, en el lugar de la vereda donde había más cantidad de gente (debo reconocer que un par miraron para arriba un poco desconcertados).
En otro momento, por mi cualidad perfeccionista y ególatra (que, no se preocupen, estamos trabajando "para usted"), hubiese muerto de la vergüenza. No creo que hubiera llegado al punto de no hacerme cargo de esa bolsa voladora y seguir de largo, pero el color bordó que una persona pudiere adoptar hubiese llegado a nuevos parámetros. Me hubiese paralizado. Hubiese deseado que la tierra me tragara.
¿Qué fue lo que pasó? Lo que pasó fue muy simple: me morí de la risa. Me causó tanta pero tanta gracia lo que me había sucedido que automáticamente empecé a reírme y caminé los dos punto cinco metros que me separaban de la bolsa riendo a carcajadas. (La gente que previamente se había sorprendido por la bolsa voladora, ahora veía una persona descostillada de la risa que se les acercaba. Pobres). Riendo, agarré la bolsa de mis nuevos zapatos y seguí a las carcajadas por al menos por una cuadra más.
¿Por qué me sucedió eso? La ecuación es simple: si algo que ves en la calle, que le pasa a alguien, te causa gracia ¿por qué no va a causarte gracia que te pasa a vos? ¡Es simplísima! Cuando hoy me escuché decirlo, me sentí muy feliz. Si yo hubiese visto a una chica despegársele la bolsa de la mano de esa manera, ¡hubiese reído de la misma manera! De hecho me hubiese gustado verme, a mí en esa situación, desde afuera. Comiquísimo... No lo tolero... (Río). Basta de auto flagelarnos, de mirarnos desde afuera para corregirnos. Basta. Riámonos de lo que nos cause gracia, aún cuando el o la que cause gracia somos nosotros mismos. Especialmente cuando somos nosotros mismos. Yo lo pongo práctica. No voy a INTENTAR, lo PONGO en práctica. Tampoco lo VOY A PONER, eso es algo depositado en el futuro.
Reírse de uno mismo es algo liberador. Y si algo no te causa gracia, no te rías porque el resto lo hace: seguro que si no te causa gracia te causa otra cosa. Reírse de uno mismo es algo liberador. ¿Ah, no? ¿No les pasó? Que pena, pónganlo en práctica, es fantástico.