lunes, 22 de marzo de 2010

Ácida

Hay veces que, cuando estoy de malhumor, me pongo ácida. No sé si es la palabra exacta que refleja cómo me siento ni sé tampoco si la palabra "ácida" significa esto que yo siento. Me importa muy poco. Digo que estoy ácida porque así es como me siento. Digo que estoy ácida porque si fuese una uva y alguien me comiera diría "¡La puta madre, esta uva es una mierda! ¡Está re-ácida!".

Me pongo ácida no porque haga comentarios sarcásticos rozando el humor negro. Me pongo ácida porque todo lo miro con el rictus generado por el jugo de limón. Todo me genera esa... Cara. Esa desconfianza. Todo es tan malo como supuse que iba a ser. Todas las excusas son berretas, ninguna alcanza a cubrir por completo la falta. Todo es una falta. Todo falta. No hay suficiente azúcar para el mate, no hace suficiente calor, no hay suficiente buena música para escuchar. Internet no es lo suficiéntemente rápido. La comida no está suficiéntemente caliente. El baño no está suficiéntemente limpio.

Lo bueno es que, con respecto a otros malhumores, es un malhumor menos agresivo para la otra persona. Es un malhumor interno. Ni le lloro, ni le grito, ni le miro con cara de odio visceral. No pego ni enloquezco en la vía pública. Solo vivo. Camino callada, hago pocos comentarios. Trabajo sola. O no trabajo y no me preocupo en ocultárselo a la gente.

Es verdad que no soy una persona con mucha paciencia, pero cuando estoy ácida no parece importarme. No necesito paciencia cuando no me interesa nada de lo que digan. Yo sólo camino, tranquila y con el ceño fruncido. Probablemente con un pucho en la mano, para matar el vicio.

Tajante. Eso. Como el limón que te abre a la mitad la herida de la comisura de la boca. Como el ácido que corta metales. Tajante como esos silencios que no sabemos cómo se generan y mucho menos cuándo van a terminar.

Así que no me hablen, no me expliquen. No me digan nada. Sepan que existen muchas posibilidades de que nada de lo que me digan hoy pueda yo entenderlo con su intención original. De todas maneras, sepan también, que mañana va a ser otro día y absolutamente nada de lo que suceda hoy va a dejar mella alguna en mi ser. Estoy ácida. Disculpe las molestias, estamos trabajando para usted.

1 comentario:

Marga F. Rosende dijo...

Pues afortunada tu que tienes la certeza de que mañana habrá pasado la acidez.

Un beso