miércoles, 10 de febrero de 2010

Una semana de mierda.

Cuando uno dice "Una semana de mierda" no es necesario que la semana tenga precisamente siete días ni tampoco que sea tan dramáticamente de mierda. Una semana de mierda es más como un período de mierda... Un suceder de días característicamente pedorros. Una semana de mierda puede o no abarcar todos los aspectos de tu vida. Pero ojo, no por abarcar menos aspectos de tu vida es menos mierda. Tampoco tiene que ver cuánto influya en el humor de uno: aunque no nos sintamos como la mierda, no pierde su característica de mierda.


A veces una semana de mierda son cuatro días con dolor de cabeza, a veces son al menos dos comidas quemadas. Otras veces es la llegada de una duda que creímos que había sido disuelta. Incluso puede depender netamente de tu trabajo. Una semana de mierda es un huésped no invitado que viene a quedarse cuanto, como y donde quiere.

Hoy termina una semana de mierda en el trabajo. Hoy cierra una semana realmente pedorra. Este es un caso de esos en que tu vida personal está intacta, tu cuerpo se siente bien y te divertís muchísimo con tus compañeros de trabajo pero, en sí misma, la semana laboral es una tremenda cagada. Paso un pequeño parte de la susodicha:


Lunes
Llegué a la oficina, para variar, completamente dormida. De manera automática me acomodé en el escritorio, prendí la computadora y empiecé a sentir algo en los brazos... Cuando miro para ver que estaba pasando descubro una pequeña hormiguita colorada subiendo muy pancha hasta mi hombro. Automáticamente me despabilé sólo para ver que en realidad el escritorio estba lleno de sus amiguitas, así como también los de mis copañeras. ¿Solución? Dosis insalubres de Raid. El mismo día, vino el electricista para solucionar un problema que estábamos teniendo desde la semana anterior que son las bajas de tensión. "Chicos, hoy viene el electricista a arreglar la luz, así que va a cortarla una vez durante 15 minutos". Ni una vez ni 15 minutos. Si bien el que no haya luz significa que estamos básicamente al pedo, significa también que se nos acumula trabajo que luego vamos a tener que resolver simultáneamente con otros.

Martes
El día arrancó normal, sin ningún acontecimiento extraño. Todo funcionaba de maravillas cuando se produjo un nuevo corte de luz. Estábamos sorprendidos, ya que el día anterior había venido el electricista para solucionar exactamente eso. De todas maneras, nadie se quejó mucho. Salimos a fumar un pucho, felices de tener un poco de tiempo al pedo. En ese mismísimo instante fue que descubrimos que la electricidad de la fase a la cual están conectadas las computadoras había regresado a funcionar. Fue así que terminamos trabajando a oscuras y sin aire acondicionado. Para agregarme molestias (chinchuda como soy) pobreaburrida era la única que, para la altura del corte de luz, no había almorzado. Acción que nunca llegué a concretar porque, obviamente, todo lo que había para comer estaba congelado y el microondas no tenía cómo andar (para los que se hagan los vivos y se pregunten por qué no usé el horno, aclaro que el mismo funciona para el reverendo ojete).


Miércoles
El miércoles llegamos todos con la cola entre las patas, abanicos en mano y bien fresquitos, completamente predispuestos a soportar los caprichosos vaivenes del suministro energético pero no. No se cortó la luz en toda la mañana. Lo que se cortó fue internet. Todo el reputísimo día internet fue y volvió a su pedorro antojo, cortando las comunicaciones, cerrando el msn, arruinando autorizaciones y, básicamente, haciéndonos perder el miserable, pegajoso y fastidioso tiempo que teníamos. (De hecho, comencé a escribir este post ese día pero, como internet me fastidió impunemente, abandoné la tarea para el día siguiente). Finalmente a la tarde se cortó la luz pero, esta vez sólo la fase de las computadoras, así que pudimos comer en paz y también podríamos haber charlado en los escritorios de no haber sido por las reputísimas hormigas que volvieron aparecer.


LA REPUTÍSIMA MADREEEEEE!!!! (En breves explico el exabrupto)


Jueves
El jueves, sinceramente, ya no sabíamos que mierda esperar. Si fuese por los empleados, que se hundiera la puta oficina en un pozo y que nunca pero nunca más volviéramos a salir de allí. Obviamente se cortó la luz reiteradas veces, primero la fase de las computadoras, después la fase del aire acondicionado, algún que otro empleado quedó cagando a oscuras en el baño que no tiene ventana... Finalmente se produjo el corte final en que, visto y considerando que no podíamos hacer nada de nuestros trabajos, nos solidarizamos con nuestra compañera y nos pusimos todos juntos a emprolijar, ordenar y archivar un aproximado de 250 planillas de socios. De más está aclarar que el calor era insoportable y que tuvimos que refrescarnos con un abanico que nos pasábamos de mano en mano. Ese mismo día le hicimos un pequeño ágape de despedida a una ahora-ex-compañera y, completamente transpirados y descompensados, nos reunimos en una oficina de dos por dos a comer sánguches de miga derretidos y a empedarnos rápidamente con fresita.

Viernes
Para esta altura, debo reconocer que ya estábamos esperando el corte de luz. Era algo que nos parecía natural, normal, aceptable. Obviamente hubo un solo corte de luz y fue en el momento en que estaba escribiendo este post (de ahí el exabrupto presentado unas cuantas líneas arriba). Vale aclarar que intenté escribir cada día desde el Miércoles y siempre me interrumpió un corte de luz. La calidad del mismo se ve entonces comprometida por la fragmentación.

La realidad es que hoy, Lunes 15 de Febrero, la semana de mierda es un punto en la lejanía. Leo y releo el post para corregirlo y no entiendo por qué me afectó tanto. A veces no sabemos muy bien qué es lo que nos afecta de una semana de mierda y, en muchos de esos casos, la semana se encarga de tapar o postergar ciertos pensamientos a los cuales no queremos dedicarles tiempo. Lo importante es saber y recordar que siempre, pero siempre, habrá algo o alguien que le dé un fin a esa semana de mierda. Ya sea el viernes, ya sea el domingo, el próximo lunes o un mismísimo miércoles. ¡Arriba los corazones! No hay semana de mierda que pueda con nosotros.

1 comentario:

delius dijo...

Lo que siempre ponía fin a mis semanas de mierda en algunos tiempos era el viernes, bajar la persiana y todo se acabó. Desde que laburo en casa el tema del tiempo de corrido, cuando es tiempo de mierda, mata con su pesadez interminable, salutti.