domingo, 7 de febrero de 2010

Mi amigo el tampón.

Para las mujeres, la relación con el tampón suele ser complicada desde el comienzo. La mayoría (no todas, aclaro) comienzan a utilizarlo antes de las primeras relaciones sexuales, por lo cual el primer tampón vendría a ser algo así como el primer amor, el primer novio/novia a quien le entregamos nuestra parte más pudenda para que entre en nuestro organismo... Con el factor anti-romanticista generado por el hecho de que, a fin de cuentas, no es más que un puñado de algodón apelmasado.

El primer tampón fue, en mi caso, una necesidad terrorífica (y también fue un poco vergonzosa). En el baño público de un complejo de campo de la ciudad de Villa Carlos Paz, asistida por una amiga desde afuera (con experiencia en el tema, claro) preguntándome "¿Y? ¿Todavía lo sentís? Porque si todavía lo sentís tiene que ir más adentro". La sensación fue horrible... Introducirme una bala de algodón con un hilo espantoso no me producía ninguna simpatía, pero quería disfrutar de las actividades acuáticas y al reputísimo Andrés se le había ocurrido venir justo al comienzo de mi viaje.

Lo cierto es que una vez que las mujeres logramos reconciliarnos con la invasión de ese apósito que se plantea como nuestro enemigo, el tampón se vuelve nuestro gran aliado. Nos ofrece una comodidad nunca antes conocida, una higiene que ningún otro apósito femenino presenta. Es un secreto que sólo la portadora conoce. Es un pacto silencioso, insensible: no lo sentimos pero sabemos que está. Cómo esos amigos incondicionales que, aunque no los veamos hace dos meses, están siempre para cuidarnos, querernos y amarnos. Y vamos felices, de acá para allá, con nuestra cajita de O.B. en el bolso sabiendo que ante una emergencia femenina, tenemos un amigo que nos acompaña (además pueden usarse para frenar sangrados de nariz y heridas de bala. ¿Cómo te quedó el ojo?).

Pero como toda amistad, hay un momento en el que la relación sufre un quiebre importante. Igual que sucede con esos amigos sobre los cuales creemos conocer todo, el tampón, en cierto punto, revela un secreto escalofriante muy determinante para la relación.

Generalmente, el cable informativo llega de la mano de una tía, una amiga o hasta incluso una abuela y dice más o menos así: "¿Sabías que a la amiga de la prima de la sobrina de la vecina de Pocha le pasó que se olvidó que tenía un tampón puesto y se puso dos al mismo tiempo?"

A partir de ese momento TODO cambia. Cada vez que vamos al baño a cambiar el tampón dudamos sobre si tenemos o no otro colocado. Aún así nos hayamos sacado el tampón cinco segundos antes, al momento de abrir el precinto de seguridad del nuevo amigo se instaura una sensación paranoica que nos obliga a recorrer mentalmente cada paso hasta ese punto, revisar tachos de basura para chequear su desecho y, en casos extremos, a tomar posiciones contorsivas y ejercer la auto-invasión con tal de quedar tranquilas y satisfechas.

Es una realidad que, a medida que pasa el tiempo, el fantasma va desapareciendo y volvemos a aquellos felices días de salidas codo a codo con nuestro preciado compiche a piletas, bares y cuánta actividad se nos presente. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, recordamos a la amiga de la prima de la sobrina de la vecina de Pocha y nuestro ceño se frunce. Y miramos al tampón con un poco de duda, como al amigo que nos mira sonríente cuando sabemos que detrás de esa sonrisa se esconde un secreto de esa calaña que nunca pero nunca se dignó a contar.


6 comentarios:

emilyafull dijo...

Una amiga de mi mamá se puso dos tampones
y tuvo un dolor de puta madre! jajaja


dsd esa anecdota, nunca probé el gran invento femenino

Mariano dijo...

Caramaba, uno llega acá de imprevisto y se encuenta con un texto titulado "Mi amigo el tampón". Esperemos que no corra sangre.

A todo esto, ¿sabe usted qué está haciendo una ladilla colgando del hilo de un tampón? Bungee Jumping.

Mariano dijo...

Léase "Caramba".

Luciano dijo...

Me pasó mil veces.

Pilotinta dijo...

te daré otra razón para que le temas al tampón, a veces los tampones producen hongos y los supositorios "pussysiales" que debes ponerte son atrozes! xD

en fin solo queria molestarte un rato te quiero loca de patio!

me encantan tus escritos, sobre todos estos de este tipo jajaja saludos
un abrazo
PILI

Martín dijo...

Por suerte nunca me pasò.