viernes, 28 de octubre de 2011

El comentario pelotudo.

La gente tiende a hacer comentarios pelotudos. Bueno, "la gente", no metamos a todos en la misma bolsa: mucha gente tiende a hacer comentarios pelotudos. ¿Por qué? No lo sabré jamás... Los hay de todos los tamaños, colores, gustos y categorías.

Algunos se han convertido en pelotudeces clásicas, como es el caso del harto estúpido y conocido (y supuestamente justificativo) "Yo no tengo nada contra los gays, mirá que tengo un amigo que es gay" (puede suplantarse el término "gay" con cualquier otro que se halle, al menos en una vez, en medio de una discusión sobre discriminación). Existen también los comentarios que desarrollan su cualidad de pelotudos a través del hecho de que constituyen una mentira evidente. Tal es el caso de la vendedora de un local de ropa, que te abre la cortina del probador y te grita "¡Ay, te queda diviiiiiiiiiino!", mientras que nuestra cara de culo frente al espejo y una pequeña multitud de compradoras pululantes y chusmas con expresión horrorizada demuestran lo contrario.

Pero los que más me fastidian son los comentarios innecesarios, aquellos que no aportan nada al tema de conversación. Peor aún: se presentan como una acotación apenas relacionada con el tema discutido pero, si los analizamos con un poco de cuidado, pueden llegar a generar una reacción que contemple una cachetada al interlocutor.

Si no me equivoco, fue cerca del martes veinte de Septiembre que estaba yo, tranquila, almorzando en la cocina de mi trabajo, cuando pasó mi jefa a arreglar su mate. Quiero aclarar que si recuerdo la fecha, no es porque haya desarrollado una fijación acerca de este episodio, sino que la conversación giró en torno a un evento del fin de semana anterior con fecha y hora: un cumpleaños de quince al que ambas habíamos asistido.

Luego de una breve conversación cordial aunque poco interesante y entusiasta sobre la comida, música, souvenirs y otros detalles de la fiesta, mi jefa me dice: "¡Ay, encima -la quinceañera- estaba divina! Preciosa con ese vestido... Es que es tan linda" y no contenta con mi honesta concordancia con este punto agrega: "Y yo le dije a -madre de la quinceañera- que estaban todos muy bien vestidos. Que que suerte ¿no? Estaban todos bien arreglados, porque viste que en una fiesta...".

Me limité a mirarla, asentí levemente, y seguí comiendo muy concentrada en el plato que tenía adelante. Por un segundo fantaseé en darle a entender lo inútil y vacío de su comentario, pero decidí que iba a llevar a una discusión interminable de puntos de vista opuestos, por lo que desistí de tal objetivo.

Pero no fue hasta que se retiró con su mate listo para arrancar una nueva ronda, cuando me di cuenta de la real y horrible pelotudez que había dicho. ¿Qué fue lo que quiso decir? ¿Que una persona "mal vestida" en una fiesta de largo te opaca el momento feliz que es en teoría ese festejo? Y, si queremos ser malos, ¿qué entiende por "muy bien vestidos"? En mi mesa había una chica vestida con un vestido mini completamente cubierto de lentejuelas plateadas y creo que la única razón que le evitaba ser la personificación de una bola disco era el hecho de que tenía un cuerpo infartante. Pero... ¿quién me autoriza a decir si es correcto o no para el evento? ¿Con qué vara midió para hacer esa aclaración? ¿Con qué vara mide entonces todo lo que la rodea?

Bien podría haber dicho: "Que bueno que todos la pasaron bien" o "Que bueno que la comida estuvo genial" o incluso, aunque un poco bizarro, "qué bueno que no se prendió fuego ningún centro de mesa"... Pero no, eligió decir "Que bueno que estaban todos bien arreglados"...

No sé ni cómo terminar esto... Que se yo... Comentarios estúpidos parece que sí, que hay de todos los tamaños, colores, gustos y categorías. Pero hacía rato que no escuchaba un comentario tan pelotudo dicho con tanta naturalidad.

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